lunes, 27 de abril de 2009


Déjame que te hable desde tu silencio,
desde la palabra que no pronunciaste
entre los destellos azules del viento
de acústicos brillos, silencio ondulante.

Déjame que te hable, ahora, desde lejos,
como si una estrella de pronto callara
y bajara el brillo desde el firmamento
a cubrir mis versos de lluvia dorada.

Déjame que te hable desde mi silencio
y que mi silencio llene tu mirada.
Que siga el reloj marcando su tiempo
y que siga el tiempo callando mi alma.
(Ana María Gregorio)

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